Joan Barnett, empleada de una escuela de Nueva York, comunicó a sus jefes la falsa noticia de la muerte de su hija para lograr quedarse una semana más de vacaciones en una isla del Caribe.
La inescrupulosa mujer hizo que una de sus hijas llame a la escuela notificando que su hermanita había sufrido un ataque cardíaco en Costa Rica, para luego, el día siguiente, comunicar que la niña había fallecido y que la familia debía viajar para el funeral. Para sostener la mentira la Señora Barnett falsificó un certificado de defunción y lo envió por fax como prueba de la muerte de su hija.
Sin embargo, un empleado de la escuela sospechó del falso certificado porque tenía letras desalineadas y extrañas para un acta de ese tipo. Cuando se realizó la denuncia también se comprobó que el número del documento no coincidía con los registros y que según la fecha, correspondía a un hombre fallecido en 2005.
El engaño le costó a Joan su trabajo. Fue despedida y declarada culpable por el Tribunal Criminal de Manhattan. El lado positivo es que su hija está viva, y podrá ir a visitarla a la prisión.
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