Antonio Cénit y su mujer viven en el cortijo de la Era Empedrada, a un escaso kilómetro y medio de Peñuelas. Recibe al visitante con amabilidad. Y no tiene reparo en descubrir el ‘tesoro’ que guarda en su cochera: en sus paredes cuelgan aperos agrícolas de todo tipo junto con curiosos gráficos realizados en cartones e innumerables varillas, ‘herramientas’ o detectores de curiosas formas y diversos materiales. Con todo ello, afirma poder localizar acuíferos, agua caliente e, incluso, bolsas de crudo. Es difícil comprender su funcionamiento. Además, aclara el experto que primero hay que saber lo que se busca porque es que cada una tiene su utilidad.
«Antes buscaba con menos detectores pero resulta que me di cuenta de que cada uno tienes su propia aplicación. Yo le pregunto a estas herramientas igual que le pregunto a usted. Le pregunté si le ponía números y me dijo que sí. Cada una me ha tenido que decir el número de serie que les pertenece», explica entre gallos de corral.
Sus comienzos son no menos interesantes. La casualidad quiso que naciera en él una afición a la que ahora le dedica casi todo el tiempo. «Hace unos 15 años vino aquí un hombre de Alhama y le señaló un pozo a mi hermana y empezó a buscarme otro a mí, pero resulta que se puso enfermo, por lo que continué yo y salió un golpe de agua muy bueno: 12 litros a 84 metros».
Al principio empezó utilizando varitas de almendro que fue sustituyendo por las de cobre y más recientemente por otras de aluminio con curiosas formas que tienen en común disponer de un trozo de tubo de cobre a modo de mango.
Sus teorías se han ido ampliando paralelamente al número de varillas. Este hombre habla de placas y semiplacas, respiraderos, paralelas y réplicas con el total convencimiento de que estos artilugios le pueden responder con dos simples movimientos: si gira a la derecha la respuesta es afirmativa y si lo hace a la izquierda es negativa. De esta forma sostiene encontrar los distintos elementos líquidos e, incluso, gas natural. Junto a ello precisa profundidad a la que se encuentran y cantidad aproximada.
Gráficos en cartones
Ante nuestro escepticismo, primero en la cochera y después en el campo, nos hace una exhibición. Mientras la realiza miramos con fijeza la mano del ‘zahorí’ y vemos que no realiza ningún movimiento. ¿Lo hará con la mente?
Resulta inevitable interrogarlo por los lugares donde dice haber encontrado más de medio centenar de pozos de agua, a lo que responde que se encuentran en los términos municipales de Alhama de Granada, Cacín y su anejo El Turro, Moraleda de Zafayona, Gabias, Peñuelas, Belicena y Dúrcal, entre otros. Tras unos segundos de silencio añade : «Al constructor Molina Olea le señalé dos en Alcalá la Real y Huétor Santillán». Entre los numerosos gráficos hay uno en el que, con caligrafía típica de los que aprendieron un poco a escribir en los años 40 y 50, incluye el siguiente texto: «Bolsa de crudo. Está compuesta de arboleda y animales como dinosaurios y otros siete componentes. La profundidad es de 680 metros. Dicen mis detectores (sic) que el crudo lleva debajo 13 millones de años, estas señales rojas son los respiradores. Distancia de uno a otro de 0,70 metros». A la inevitable reflexión de que si esto fuera verdad, y al precio que está el petróleo, sería una estupenda noticia y que las empresas petrolíferas se daría tortas por contratarle, él casi ni se inmuta limitándose a añadir que «hay muchas y muy grandes. Entre Moraleda y Chimeneas hay una pila de millones de barriles». Lo mismo que cuando nos explica que también ha localizado agua caliente. «Por aquí pasa un chorro muy bueno. Si fuera joven y tuviera dinero haría un balneario en esa finca que tengo con olivos». Eso sí, afirma que «sus varillas» no quieren saber nada de dinero.
Fuente: www.ideal.es